Reforma integral de un piso en un edificio noucentista de Barcelona, construido en 1936. La planta original, que mantenía su distribución funcional típica de la época, fue completamente redefinida para adaptarse a la nueva propuesta de los clientes, que querían un espacio abierto y contemporáneo pero respetando la esencia clásica de la vivienda.
El proyecto comienza con el derribo interior total, conservando solo la estructura, para redistribuir los espacios según el nuevo programa funcional. Se eliminaron los pasillos y se creó un eje central que conecta dos fachadas, generando un espacio polivalente con ventilación cruzada, al que se articulan el resto de estancias.
La intervención combina elementos originales restaurados, como el pavimento hidráulico, las molduras de techo y los cuarterones de carpintería, con nuevos materiales y acabados: suelos de madera en espiga, cerámica artesanal en los baños y mobiliario a medida en madera natural teñida.